Malograr tu propia vida es un derecho inalienable.
Anoche tuve otro sueño. Cómo no, aparecías tú.
Yo estaba en la calle y de repente tenía el presentimiento de que estabas mal, de que tenía que ir a buscarte aunque me doliese verte. Y entonces venía a mi cabeza la frase de Amelie, la que le dice el hombre de cristal:
Verá, mi pequeña Amelie, usted no tiene los huesos de cristal, podrá soportar los golpes de la vida, si usted deja pasar esta oportunidad con el tiempo su corazón se ira haciendo seco y frágil como mi esqueleto. ¿A que espera? Ande, vaya a por él.
Te buscaba y te encontraba en un bar, medio tirado en la mesa, con unas copas de más.
Nos mirabamos y te ayudaba a levantarte y a llevarte a tu casa. Por el camino me llamaba la atención cómo te aferrabas a mi mano, como si fuera lo único que te imporara en la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Huellas