martes, 23 de febrero de 2010

... que no valen nada.

Analizo la situación. Y llego a la conclusión de que yo nunca quise hacer daño a nadie. Jamás. Pero luego, no sé qué botón en mi cabeza hace clic y llegan a mi cabeza las palabras: pero si no le has hecho daño, ni siquiera le importas.

Eso es un hecho. No debería importarme en absoluto.





Me parecía a Cathy, el personaje de Cumbres Borrascosas, sólo que mis opciones eran mucho mejores que las de ella, porque ni uno era tan malvado ni el otro tan débil. Y aquí estaba sentada, llorando por ello, sin hacer nada productivo para llevar las cosas por el buen camino. Exactamente igual que Cathy.
Lo que me hería no debía influir más en mis decisiones. No había de permitirlo. Esta decisión valía de poco, llegaba demasiado tarde, pero a partir de ahora tendría que hacer lo correcto.
Tal vez ya se había acabado todo. En tal caso, yo debería aceptarlo y continuar con mi vida.
Habría que pedirle que se marchara de mi vida para nunca volver.
¿Porqué me resultaba tan difícil? ¿Porqué me hacía tanto daño? Eso no estaba bien. No debería hacerme sentir mal. Ya tenía lo que quería. No podía tenerles a los dos. Ya era hora de que abandonara la idea. ¿Cómo podía ser tan ridículamente avariciosa?
Debía desprenderme de ese sentimiento irracional de que Jacob pertenecía a mi vida. Él no podía ser para mí, no podía ser "mi Jacob" cuando yo me había entregado a otra persona.






http://www.youtube.com/watch?v=hptUE57xH74

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