martes, 27 de abril de 2010

Nela

Sus lágrimas silenciosas corrían sin cesar resbalando por su rostro y goteando sobre sus manos.
Pero ni aun por su amargo llanto podían conocerse las dimensiones de su dolor.
Sólo ella sabía que era infinito...

Marianela. Benito Pérez Galdós.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Huellas

Vistas de página en total