sábado, 23 de enero de 2010

Utopía.

Pero aquí quisiera pararme en el utopismo.
El término fue acuñado por Tomás Moro cuando publicó Utopía en 1516. En la obra se describe una buena sociedad, regida por una pura razón natural, ubicada en una isla imaginaria. El neologismo precisamente quería decir "en ningún lugar", del griego ou (no) y topos (lugar). A diferencia del perfeccionismo, que puede ser activo, la utopía nace como un concepto puramente contemplativo. Tomás Moro escribe Utopía con intención de criticar el estado de Inglaterra bajo los Tudor, y así, en su texto, Moro no dice que "en ningún lugar" signifique "imposible", que lo inexistente hoy sea también inexistente para siempre. Sin embargo, la palabra viajó por los siglos posteriores con la fuerza de su prefijo, de su negación: "no", no existe; y tampoco exisitrá "jamás".
(...)
Hoy la utopía ya no es ficción mental sin lugar ni tiempo, ya no es irrealizable. En cambio, se dice que "las utopías son a menudo verdades prematuras" (Karl Mannheim, Ideología y utopía), que el progreso es materialización de utopías, que las utopías de hoy son la realidad del mañana.


Giovanni Sartori, La democracia en treinta lecciones.

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