Entonces la ventana se abrió de par en par, como antiguamente, y Peter Pan entró por ella. [...]
Era un Niño todavía, mientras que ella era una persona mayor. Se acurrucó al lado del fuego, y no se atrevía moverse. Se sentía culpable de ser ya una mujer.
-Hola Wendy- dijo él sin notar diferencia alguna, pues [...] en aquella débil claridad el blanco vestido de la dama podía muy bien haber sido el camisón de dormir con el cual la vio por primera vez.
-Hola, Peter Pan- dijo ella temblando-, ¿esperas acaso que yo vuelva contigo?
-Naturalmente. Para eso he venido.- Y añadió con cierta severidad-: ¿Has olvidado que es la época de la limpieza de primavera?
-No puedo ir- dijo excusándose-, me he olvidado de volar.
-Pronto te enseñaré otra vez.
-Peter Pan, no malgastes en mi el polvo de las alas de las Hadas.
Se habían levantado y un temor asaltaba ahora al Niño.
-¿Qué es eso?- gritó estremeciéndose.
-Voy a encender la luz- respuso ella-, y entonces podrás verlo por ti mismo.
Casi por primera vez, que nosotros sepamos, Peter Pan se asustó.
-¡No enciendas la luz!- clamó.
Peter Pan. James M. Barrie.
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