Entre la pena y la nada, había decidido escoger la nada.
Y ahora, al salir de mi embotamiento, el dolor resurgiría de un momento a otro. Después de morar tantos meses en la niebla, mis sensaciones eran sorprendentemente intensas. Sin embargo, el dolor normal no apareció. Lo único que sí podía sentir era la decepción que me causaba el desvanecimiento de su voz.
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Huellas