Ella se acercó lentamente hacia él. Llena de ira, ira
incrustada. Ira controlada.
Le acarició la cara, mientras sonreía ella también. Bajó los
dedos finos y suaves hasta el cuello, continuaron bajando, y se pararon en la
parte izquierda del pecho. Los tensó y los introdujo con fuerza y rapidez en el
pecho del Caballero. Él ya no sonreía.
Y él ya no sonreía.